En el pasado, en un momento alrededor de 2018, Activision tenía planes de expansión muy serios. Su objetivo pasaba por llevar a cabo la adquisición de una gran empresa que le habría proporcionado marcas de gran valor para continuar desarrollando juegos. Para bien o para mal, el plan no salió adelante.
En aquel entonces, la venta de Time Warner al grupo AT&T estaba entre manos. En realidad, la operación ya se encontraba muy avanzada cuando en Activision tomaron la decisión de posicionarse en la misma carrera. La empresa de Call of Duty puso todo el fuego en la parrilla y preparó el capital que sería necesario para igualar la oferta de AT&T: más de 85 mil millones de dólares.
El problema es que AT&T ya estaba cerca de hacerse con la compañía. Solo les alejaban de cerrar la operación varios aspectos legales en los que estaban haciendo presión para poder superarlos. Activision, en paralelo, tenía todo listo para, si la operación de AT&T fallaba, entrar rápidamente y convertirse en los compradores de Warner. Pero, al final, AT&T cerró la operación y compró Warner.
De haber ocurrido lo contrario, Activision Blizzard tenía claro que habría sido uno de los mejores negocios que podrían haber hecho en su historia. Visualizaban un futuro en el que Warner realizase películas y series de televisión basadas en los videojuegos más famosos de Activision, mientras que ellos harían adaptaciones a videojuego de las marcas de Warner.
Eso habría significado que Activision hubiera desarrollado los juegos de LEGO, Batman, Mortal Kombat, El Señor de los Anillos o Harry Potter. Gracias a ello, el catálogo de Warner habría crecido de una forma espectacular y estaría posicionado para ser uno de los líderes indiscutibles del sector. Pero, como ya sabemos, la operación no cuajó.