Lo peor que le puede pasar a un webmaster es que su página web, de repente, se caiga en picado. Digamos que a diario teníamos 30.000 visitantes, por ejemplo, y que, de repente, pasamos a 200 diarios. Algo ha pasado. La lógica nos dice que ese tipo de cosas no pasan porque sí. Por lo tanto, tenemos que hacer comprobaciones para que veamos qué es lo que ha podido ocurrir. Porque mientras no recuperemos los 30.000 visitantes diarios no podemos esperar llegar a tener ingresos considerables.
Lo primero es no entrar en pánico, porque «todo» tiene solución. Ponemos las comillas porque, hablando de Google, hay ocasiones en las que no se puede dar nada por sentado. A partir de aquí tendremos que hacer una revisión para comprobar qué le ha pasado a nuestras posiciones en los rankings y medir la caída que hemos sufrido. Analicemos los cambios recientes que hayamos hecho en la web para ver si alguno de ellos puede haber sido el responsable del «cataclismo».
También revisemos si estamos sufriendo algún problema técnico con el servidor, la base de datos o algo que haga que la web no funcione como debería. Revisemos el algoritmo de Google por si ha sufrido algún cambio que nos tenga que preocupar, así como el Google SERP.
Ahora echemos un vistazo a los backlinks de nuestra web, por si hay alguno que se nos haya colado que no tenga que estar ahí y debamos desautorizar. Hagamos un análisis de la web por si ha podido sufrir algún ataque externo, modifiquemos contenidos que pueden habernos dado problemas y espiemos a nuestra competencia más directa por si nuestra caída en posiciones es un efecto directo de su crecimiento.
No olvidemos revisar nuestras políticas, por si hemos dejado algo que a Google le haya molestado, el contenido y nuestra presencia en redes sociales. Todo puede influir en esa caída que hayamos sufrido.